Revista Cosas

Compitiendo con el espectáculo que ofrece la naturaleza, se alza esta casa, ubicada frente al mar de Miami. La luz, el espacio y el contraste están trabajados de manera que se funden con el entorno. Un mérito más de la diseñadora de interiores Déborah Wecselman.

Como la brisa marina que la envuelve y atraviesa, la mirada del visitante u observador ocasional puede pasearse libre-mente por los ambientes de esta casa. Ubicado frente a una bahía, en Miami, el inmueble, diseñado por la arquitecta costarricense Jaya Kader Zebede, es tan visible desde cualquier ángulo que pareciera que todos sus espacios fueran uno solo. Si uno se instala en la terraza, puede apreciar el jardín, y si se detiene en medio de este, puede admirar la terraza. Tan es así que la privacidad se convirtió para Déborah Wecselman, la diseñadora de interiores autora de esta propuesta, en un tema por atender:

“Tuvimos que instalar cortinas y rollos, pero teniendo cuidado de no impedir el disfrute de las vistas”, cuenta la destacada profe-sional peruana, cuyos trabajos gozan de creciente demanda y reconocimiento en los Estados Unidos. Según revela, los propie-tarios querían un hogar moderno, contemporáneo, y habían hecho énfasis en su deseo de poder gozar de los paisajes que ofrece la bahía, de modo que, para atender este requerimiento hasta en la habitación de mayor intimidad, como es el dormitorio principal, debieron ser instaladas cortinas de lanilla y, detrás de ellas, rollos sheer weave, que no impiden el paso de la luz exterior.

El trabajo de arquitectura de interiores resultó interesante, en su proceso y sus resultados, pues se buscó y logró destacar la altura y dar un rol protagónico a las fuentes de luz.

"Queríamos que la escalera fuera un elemento escultural"

La escalera, ubicada en la sala y el comedor, es uno de los elementos arquitectónicos más importantes de la casa. Es sencilla, pero los detalles y materiales que se han usado en ella la hacen sofisticada y escultural.

Un rasgo que favorece esta apariencia de pieza única es la continuidad de los materiales que han sido usados en las áreas internas y externas de la casa. Tal es el caso, por ejemplo, de la piedra negra caliza textural que cubre la pared principal, ubicada detrás de la escalera, que es la misma que se luce afuera, en el muro que separa la terraza de la cocina. Lo mismo ocurre con el piso, que es idéntico en toda la residencia, aunque se le dio un acabado menos resbaloso al de las áreas no techadas.

El uso del nogal es también una constante, pues esta es la madera de la que están hechos la escalera, las puertas, los techos y los muebles de la cocina y del baño principal. Del mismo modo, para los exteriores, se utilizó una teca con acabado nogal.

EL BLANCO DE LOS MUROS GENERA UN FUERTE CONTRASTE CON EL MARRÓN DE LA CARPINTERIA

En busca de la luz

Los 800 metros cuadrados que posee esta construcción están repartidos en una sala comedor, una sala de estar, un cuarto para ver películas, una cocina, un comedor de diario, una oficina y cinco dormitorios, cada uno de ellos con clóset y baño. En todos estos espacios, el trabajo de arquitectura interna, así como el de decoración, buscó destacar la altura y la luz, tanto la que ilumina la casa de manera abundante durante el día, como la artificial, que ayuda a alumbrar y resaltar el arte y los ambientes durante la noche. Sin duda, el blanco de los muros es también determinante en este sentido, a la vez que genera un fuerte contraste con el marrón de la carpintería, creando el aire moderno que impregna la propuesta.

Uno de los elementos más importantes de la casa es la escalera. “Es muy simple, pero los materiales y detalles la hacen muy sofisticada”, comenta Wecselman, señalando que los pisos son de piedra caliza limestone gris, y que la idea de colocar las barandas sobre muros de vidrio fue hacer también más visible la escalera, el corredizo que aparece a continuación, en la segunda planta y, en general, todo el espacio. “Queríamos que la escalera fuera un elemento escultural que conectara los dos pisos, sin que la unión fuera percibida”, explica.

EL TRABAJO DE ARQUITECTURA INTERNA, ASÍ COMO EL DE DECORACIÓN, BUSCÓ DESTACAR LA ALTURA Y LA LUZ.

Entre los detalles decorativos, Déborah Wecselman destaca, en la primera planta, la mesa de entrada, de estilo Biedermeier, una pieza que ya tenían los propietarios, pero que en combinación con todos los elementos modernos otorga calidez al espacio. También fueron incorporados los muebles de la sala que ya tenían los dueños, pues se quiso aprovechar especialmente un par de sillas de Ralph Lauren que están tapizadas en ultra suede o alcántara. Los asientos del comedor que, del mismo modo, obraban ya en poder de la familia, son de madera de zebrano y están tapizados en terciopelo labrado. Para completar armónicamente el juego de comedor, se los combinó con una mesa vintage, que es una tapa de madera forrada en lino y laqueada, bastante resistente. El mueble de bar, compuesto de una barra de acero inoxidable y de una pata de espejo, que va empotrado, añade a su objetivo funcional la misión de conectar y también dar unidad a la sala y el comedor.

En la planta alta, en el dormitorio principal, Déborah Wecselman destaca el cuadro del pintor cubano José Bedia, que se luce encima de la cabecera de la cama, haciendo contraste, del mismo modo que el piso de nogal, las mesas de noche y sus respectivas lámparas, con los tonos claros que, respetando las preferencias y deseos de los clientes, priman en la habitación.